La criatura duerme un rato largo luego del parto –queda extenuada- y te creés que va a ser así toda la vida. “Es buenita” decís a los primeros visitantes.
¡Error!
Está tomando fuerzas para poder estar despierta toda la noche e impedir que tu mujer y vos descansen.
“La estrategia del insomnio” es parte del plan a largo plazo de los pequeños demonios, que consiste en varios puntos:
- Minar el descanso para doblegar la voluntad.
- Minar el descanso para confundir las ideas.
- Minar el descanso para debilitar al oponente.
- Minar el descanso para imponer su deseo.
- Minar el descanso para lo que sea.
Resumiendo: sus objetivos en la vida son dos. El fundamental, tomar la teta. El segundo, no dejarte dormir ni a vos ni a tu mujer para lograr fácilmente sus objetivos.
En este punto es donde la cosa pasa de anécdota a cuestión de fe. De creer o no creer.
Así chiquititos como los ves, desde el primer instante saben lo que quieren.
Son indefensos, pero crueles…
Son débiles, pero impíos…
Son frágiles, pero tenaces…
Son inocentes, pero calculadores…
Todos los profesionales relacionados con los recién nacidos te dicen que las primeras horas son tan estresantes que hay que contenerlos.
Esto es así. Pero lo que no te cuentan -seguramente estén confabulados con ellos- es que además de eso comienzan a exigir, a demandar y a pelear denodadamente por sus deseos.
Además, durante un tiempito uno está tan pendiente del recién nacido que es capaz de levantarse a la madrugada solamente para fijarse si el chico respira. ¡Dulces tiempos de padre primerizo!
¿Alguna vez te despertaste por el hambre durante la madrugada? Pensá. Hacé memoria. La respuesta es un rotundo “no”.
¿Por qué habrían de hacerlo ellos?
La verdad revelada es que se trata de un trabajo de hormiga. Una gota que pega en la piedra y la moldea según su capricho.
Llorar de día no es tan productivo. Uno tiene varias cosas para hacer y está descansado como para aguantarse unas lágrimas y unos gritos. También es más probable que haya alguien que pueda colaborar, como una invasiva abuela, una tía vieja que viene de Mendoza, una amiga que viene a decir "qué hermoso que está tu bebé" o hasta un vecino.
Es durante estas horas de sol que nuestras criaturitas aprovechan para descansar, alimentarse y hacerse fuertes para estar de la mejor forma durante la noche.
Y es allí, cuando estamos más desprotegidos y vulnerables, que comienzan sus ataques…
¿Cuál es el objetivo? Por lo general quieren estar en brazos, cerca del calor y el olor de la madre.
¿Entre estar solo en un colchoncito de morondanga rodeado de varillas de mimbre y voladitos y cositas ridículas y estar acostado en un cuerpo suave y calentito, al abrigo de una teta más grande que tu propia cabeza… qué elegirías?
¡Correcto!¡Ellos también!
El problema de la noche tiene dos visiones, dos facetas, dos núcleos.
Uno, somos nosostros, los papis.
Y el otro, obviamente, los pequeños demonios.
Nosotros como papis generamos el problema a partir de nuestros miedos e inseguridades propias de novatos en esa –difícil- materia que nadie te enseña.
Ellos generan el problema sólo para dominarnos. En el inicio de sus vidas no tienen muchas armas y las pocas que tienen las usan de una forma extraordinaria.
El problema, nosotros:
- Si llora es porque tiene hambre. Si tiene hambre y no lo alimentamos cuando sea grande va a ser una persona desgraciada, desdichada y resentida. Resultado: lo levantamos, lo besamos, lo abrazamos y tu señora le da la teta.
- Si llora es porque tiene dolores. Si tiene dolores y no lo consolamos cuando llegue a la adultez será infeliz, desmotivado, agresivo y rencoroso. Resultado: lo levantamos, lo besamos, lo abrazamos y tu señora le da la teta.
- Si llora es porque me extraña. Y si me extraña, pobrecito, ¿cómo no le voy a dar el gusto de estar conmigo? Resultado: lo levantamos, lo besamos, lo abrazamos y tu señora le da la teta.
- Si se queja un poquito es porque está por llorar. Y si está por llorar, ¿para qué lo voy a dejar que empiece a llorar? Lo agarro, le gano de mano y problema resuelto sin lágrimas… Resultado: lo levantamos, lo besamos, lo abrazamos y tu señora le da la teta.
- Hace un rato largo que comió y no se despierta… ¿tendrá algo? Mejor lo agarro y le doy la teta, si total ya es la hora de que tome… Resultado: lo levantamos, lo besamos, lo abrazamos y tu señora le da la teta.
Como podrás apreciar, nosotros, los padres, somos una parte fundamental en esta lucha de poderes que tratamos de mantener con nuestros descendientes. Lucha desigual, ya que la perdemos por blandos, débiles y permisivos. Lucha desproporcionada ya que la perdemos porque nuestros rivales son fuertes, desconocen la derrota y no tienen la más mínima piedad con nosotros.
De más está decir que a medida que pasan los días y los meses nuestro orgullo y nuestro temple ocupan cada vez menos espacio en el ego.
Si lográs dormir un par de horas seguidas y el nene llora no se te ocurre otra cosa que suplicar a los ángeles que tu señora se digne parar para enchufarle la teta y que el monstruito se calle. No debe existir caso en la historia de la humanidad en que el padre haya detenido a la madre a la voz de “dejalo que llore, ya va a aprender”.
Bueno, en verdad sí existe ese caso, pero no cuenta porque la postura no se ha mantenido por mucho tiempo. ¿Qué quiero decir con esto? Sencillo: supongamos que vos y tu mujer han decidido hacerse fuertes, resistir el llanto el tiempo que sea con tal de que la criatura comience a conocer sus límites (jua jua!! ilusos!!). Vos le decís a tu "socia en la empresa de educar": "dejalo que llore. Tiene que aprender, ni se te ocurra levantarte". Perfecto. El objetivo de la misión es clarísimo... mientras están todos despiertos.
En la quietud de la noche, en la calma de tus sueños, en medio de tu período R.E.M. de sueño profundo la nena/nene abre sus ojos.
Y comienza su rutina.
Tu mujer se mantiene estoica en la cama. Sigue al pie de la letra las indicaciones del acuerdo que mantuvo con vos. Vos te despertás. Te tapás la cabeza con la almohada pero en realidad necesitarías todos los colchones de la fábrica "Suavestar" para tapar los gritos de ese marrano. Mañana -en verdad en un rato- te tenés que levantar a las 7 y participar de una reunión en la que tenés que estar con todas las pilas, con todos los foquitos prendidos.
No podés estar despierto mucho tiempo más, iría contra tu performance profesional.
Pero no podés serle franco a tu mujer, que resiste pese a estar mordiéndose las manos por la ansiedad de ir a buscar al "satanito".
Tenés que encontrar rápido una solución. Y la encontrás. Efectuás el rol de "padre que no resiste el sufrimiento de sus hijos" y le decís a tu señora: "gordi, andá a buscarlo, pobrecito. Me parte el corazón escucharlo llorar así".
Y tu mujer, que necesitaba solamente un empujoncito para saltar de la cama e ir a buscarlo, asiente y aprueba la moción.
No te confundas: no existe hombre que haya podido mantener en medio de la noche la frase "dejalo que llore" por más de cinco minutos. Sos igual a todos nosotros, no te deprimas.
Para nosotros los papis el sueño es fundamental. No quiere decir que para las mamis no, pero ellas sobrellevan la crisis de mejor manera. Un hombre cambiaría su brazo por una horita de sueño más. Por un descanso constante, sin sobresaltos.
Las estrategias nocturnas de “nosotros los papás” son variadas para poder proseguir con el sueño de la manera menos interrumpida posible.
El recurso del “la verdad que no lo oí” es un clásico. “Estaba tan cansado que no lo escuché, lloró mucho?”, “Me hubieras avisado, yo me levantaba y te lo traía” son frases que deberás anotarte, amigo y socio masculino. Todo sea por un minutito más de reposo.
La estrategia del “Padre sordo” cambia drásticamente si tu mujer no le da el pecho a la criatura y la mamadera entra a cuadro. En este escenario la responsabilidad ya no cae íntegramente en mami, así que uno debe hacer de tripas corazón y levantarse de la camita a la hora que sea para calentar la “mema”.
¿Por qué pensás que los médicos recomiendan tan encarecidamente que las mamis le den el pecho a sus hijos la mayor cantidad de tiempo posible? ¡Ellos también son padres!¡Ellos también quieren dormir!
Sea como fuere, tu hijo/a se las va a arreglar para que ni vos ni tu señora esposa puedan tener noches plácidas de descanso.
Madres con ojeras gigantes, andar pausado, postura encorvada… síntomas de que tu hijo está ganando la batalla.
Esta guerra tiene una duración que escapa a toda regla. Hay chicos que se consideran victoriosos al año. Otros un poco más. Y hasta hay casos –como el mío con Renata- donde la tortura y el martirio se pueden extender por más de dos años.
De todas formas, una vez que nacen los hijos uno ya no vuelve a dormir de la manera que lo hacía antes. Un ruidito genera sorpresa. Una tos, preocupación. Si hablan dormidos, nos sobresaltamos porque pensamos que se metió alguien en la habitación. Si estuvieron caiduchos durante el día nos mantenemos alertas por si llegan a tener fiebre…
La preocupación no termina nunca. Una vez que duermen derechito toda la noche hay millones de otras nuevas posibilidades que logran que olvides lo que es dormir como un tronco.
Pensar que uno en el día los ve tan chiquititos, tan frágiles, tan bonitos… y en pocas horas se transforman en seres tan despiadados que da miedo. Son como vampiros: al caer la noche, ¡agarrate!
¿Esperabas un consejo para la solución de este problema?
No lo vas a encontrar en estas páginas virtuales. Al contrario, si tenés la respuesta por favor hacémela llegar porque después de la piedra filosofal el “Cómo hacer que el recién nacido duerma toda la noche” es la búsqueda más importante en la historia de la humanidad.
4 comentarios:
¡Genial! ¿Qué quieres que te diga? Me has hecho reír (acá sigo riendo). Después vuelvo, aún no terminé de leer.
Saludos
Increíble Roberto. Sos como un gurú...
Yo hice exactamente todo eso, es de manual. Casi que patenté una fórmula, que es abrir el gas hasta que se pongan azulitos y se quedan dormidos, ahi cerrar la llave. Bromatología no me lo aprobó.
Vivian: gracias por las risas, aunque la realidad es que... es para llorar!! Ya no sé lo que es dormir tranquilo, no sé lo que es dormir mucho, ya casi no sé lo que es dormir... Muy bueno "el basurero". Me morí con lo de cómo dicen las cosas los cubanos.
Me arrancaste más de una sonrisa en una noche en vela como la que me espera con mi demonio de diez meses... Se agradace...
Salud!
Estupendos escritos.
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